Saturday, Oct 11, 2025
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Maestro Jhonny Mendoza: el violín que escribe sueños

IG: @maestrojhonnymendoza

 

Maestro Jhonny Mendoza: el violín que escribe sueños

San Cristóbal, Táchira es una tierra que vibra al compás del violín. Allí nació Jhonny Antonio Mendoza Rodríguez, un niño que escuchaba con el corazón y aprendía con las manos, inspirado por el sonido de las cuerdas que cultivaron su padre, José Pablo Mendoza. Desde los cuatro años comenzó ese diálogo íntimo con la música, y hoy su vida es testimonio de constancia, humildad y amor por la tierra que lo vio nacer.

Raíces, formación y los primeros acordes

  • Su formación formal arrancó en la Escuela de Música Miguel Ángel Espinel, luego prosiguió estudios en la Escuela de Música José Ángel Lamas de Caracas, y culminó en la Escuela Lino Gallardo, donde obtuvo el título de Maestro Intérprete de Violín con honores bajo la tutela del maestro Iosif Scengery.

  • Durante ese camino participó en cursos magistrales con figuras como Ronnie Rougot, Michael Grubert, José Francisco del Castillo, Frank Dipolo, Ion Corneano y George Corneano, lo que enriqueció su expresión y técnica.

Trayectoria profesional: orquestas, pasión y entrega

Jhonny Mendoza no solo fue estudiante: se convirtió en faro para otros músicos.

Algunos hitos importantes:

  • Fue profesor de violín en múltiples instituciones en Venezuela: Escuela Miguel Ángel Espinel, Ateneo de San Antonio del Táchira, y el Centro Académico de la Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil del Táchira.

  • Participó como primer violín en la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, en la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, además de otras destacadas agrupaciones como la Filarmónica del Táchira y la Orquesta de Cámara.

  • Fundó Cuerdas Andinas, agrupación que marcó un antes y un después en la ejecución de la música criolla venezolana, grabando discos como Sonidos en el Tiempo, Soldado de Dios y Antología.

Exilio, adaptación y enseñanza fuera de casa

La historia de vivir lejos de la patria siempre tiene matices de extrañeza y sacrificio, pero también de fortaleza y propósito:

  • Radicado en Miami hace muchas décadas, Mendoza lleva su música, su espíritu, su escuela de pasión. Allí fundó la Academia del Violín, con misión de formar generaciones, tanto principiantes como avanzados, en instrumentos de cuerda, viento y percusión, con un sistema de enseñanza que combina lo académico, lo clásico, lo técnico y lo emocional.

  • En 2021 lanzó la Orquesta Sinfónica Juvenil de Miami, un sueño largamente acariciado que rescata la pedagogía venezolana del “Sistema de Orquestas”, con su lema “Tocar y Luchar”. Esa orquesta ofrece oportunidades reales a jóvenes músicos en Estados Unidos, para que su talento florezca con raíces.

Regresar, honrar, reconectarse

Aunque su casa sea ahora Miami, el vínculo con el Táchira nunca se rompe:

  • Ha realizado múltiples visitas a su tierra para dar masterclasses, conciertos de gala, talleres y encuentros musicales, siempre con la intención de nutrir el espíritu artístico de los jóvenes del sistema de orquestas y de las escuelas donde estudió o enseñó.

  • Ha sido reconocido con distinciones: nombrado Embajador Musical del Táchira, condecoraciones como la Orden de las Artes Culturales, por su legado artístico, profesionalismo y entrega.

  • Celebró medio siglo de vida artística con conciertos conmemorativos, especialmente en honor a la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET) y en homenaje a su padre.

El legado: más allá del violín

El legado de Jhonny Mendoza se compone de muchas cuerdas:

  1. Músico virtuoso: domina no solo el violín sino múltiples instrumentos de cuerda, y su versatilidad le ha permitido trabajar tanto en lo académico como en lo popular, lo clásico como lo criollo.

  2. Docente apasionado: su vocación de enseñar, de sembrar lo aprendido en cada alumno, parece ser una misión para él. Ese amor por transmitir se convierte en uno de los pilares de su vida.

  3. Embajador cultural: no sólo lleva su música, lleva su tierra; sus raíces, sus canciones venezolanas, rescatando melodías autóctonas, manteniendo vivo el valor de lo nuestro ante la globalización.

  4. Espiritualidad y humildad: no entiende su arte sin gratitud, sin plantearse que cada concierto sea también una ofrenda, un instrumento de inspiración. Esa sensibilidad parece alimentar cada nota.

Reflexión final

Ser músico no se resume en tocar bien; ser maestro implica vivir cada nota como una lección, compartirla con quienes vienen detrás. Jhonny Mendoza representa eso: un puente entre generaciones, entre lo terruño y lo global, entre lo humano y lo artístico.

Su vida nos enseña que los sueños nacen temprano, se cultivan con disciplina, se mantienen con humildad, pero se expanden cuando se comparten. Cada violín, cada clase, cada joven que toma una cuerda es parte de ese legado que no termina, que late con esperanza.

“Tocar y luchar” no es sólo un lema, es un acto constante: de resistencia, de amor, de creación.

 

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